jueves, 2 de junio de 2011

Aceite o mantequilla

Lo de Fudi va en serio. Segunda jornada y segunda ocasión en la que se veía una marea de camisolas azules, pantalones blancos y medias blancas ¡Como ha cambiado el equipo! Ya nadie duda los viernes sobre la comparecencia del rival. Vamos bien.

Lo de los balones parece de broma. Nos estamos relajando y es menester recordar que cada equipo tiene que comparecer con su balón y en caso de pateo “extra muros” es de buena educación, y de mejor crianza, prestarse solícito a la recuperación del proyectil extraviado. A ver si nos vamos a creer lo de la ministra de cuota cuando dijo aquello de que “el dinero público no es de nadie”. El balón, o los balones perdidos en sábado, es, o son, de algún equipo; no de nadie, sino de alguien y si salen del terreno de juego tendría que haber tortas por recuperarlos en vez de dejadez y susurro del “pío, pío que yo no he sío”. En esto no vamos bien.

Lo de la hora de inicio. No estaría de más conocer la opinión de los Señores Jugadores sobre la bondad del horario. Por si fuera necesario ejercer presión, sobre la autoridad competente, para adelantar de las doce a las once o, incluso, a las diez y media. Como apriete el calor el partido de la una y cuarto puede ser criminal, pero miedo me da adelantar el empiece para que no se cumpla. El domingo uno de los partidos empezó a las diez y diecisiete y el otro más tarde todavía. Vosotros diréis.

La primavera la sangre altera. Pero solo a algunos. En estos días que tanto se habla de “Democracia real”, cuando quizá se quiere decir “democracia popular” no está de más recordar que la elección por aclamación, introducida en Hispania por los visigodos no tiene por qué ser la mejor en las sociedades avanzadas. Por aclamación, aquí diríamos berridos, eran elegidos los reyes visigóticos. Costumbre muy esparcida entre los pueblos germanos y reinventada por los miembros del NSDAP (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei), pero poco elegante y algo extravagante entre los pueblos civilizados cultivadores de la vid y del olivo. Vino y aceite del Mediterráneo frente a cerveza y mantequilla de los bárbaros del norte.
Dialogo sí, gritos no. Si ya no es porque a la organización del campeonato no le guste el mal gusto. Es porque en el predio colindante hay edificada una vivienda en la que habita una funcionaria de la UDC que desempeña su trabajo precisamente en la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte, más conocida por nosotros como INEF. ¿Y qué pensará y qué comentará el lunes, cuándo un domingo, sobre las once, tiene que escuchar los gritos de aclamación de algún visigodo? ¿Preferirá el pan tostado con aceite o con mantequilla? ¿Qué tal estará su colesterol?

Reflexionemos un poco viendo las fotitos.
























































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