jueves, 28 de octubre de 2010

Un capítulo de un libro sin editorial

A Paco no le dejan descansar. Estar sin trabajo puede llegar a agotar si no eres un profesional del subsidio y Paco es de los que no encuentran trabajo aunque lo busquen y no encuentran descanso aunque lo necesiten. Desde que su empresa determinó, mediante lo que en los últimos años se había convertido en el azote de los trabajadores con el rimbombante nombre (fuera de toda realidad) de “Expediente de Regulación de Empleo”, que Paco dejase de continuar empleado en la ocupación con la que mantenía a su familia, estaba un pelín desconcertado y bastante más estresado y suspicaz que cuando dedicaba diez horas diarias a defender los intereses de su cuenta ajena. Paco era director de cuentas de una agencia de publicidad y bajo su tutela estaban los diez ejecutivos que atendían a los clientes de toda Galicia. La empresa con sede en Madrid hacía once años que había inaugurado su delegación noroeste y hacía diez años que había confiado en Paco la responsabilidad de atender a sus mejores clientes. Le hicieron una oferta que no podía rechazar y dejó la pequeña agencia local en la que trabajaba para incorporarse en cuerpo y alma, como si le hubiesen hecho propietario de la misma. Once años después rondaba los cuarenta seguía casado con la misma mujer y seguía asombrado de ser padre de tres hermosos hijos. El pequeño, una tarde de finales de octubre llegó a casa con la noticia de que al día siguiente iba a recibir una hucha con la que recaudar donativos para el DOMUND; esta “fiesta de la catolicidad y de la solidaridad universal” se conoce en España como DOMUND (de DOmingo MUNDial) y desde mediados del siglo pasado viene convirtiendo el mes de octubre en mes de las misiones. Paco lo sabía muy bien, a los diez años había embrazado, por vez primera, una de esas huchas con asa por las que cabía su estrecho antebrazo de niño. Asumir el compromiso de colectar fondos para una buena obra, para los negritos en su caso, era todo un reto para Paco a finales de los setenta. El año que su curso obtuvo el bautismo de fuego pedigüeño se gravó en su memoria. En sus manos estaba sujetar la hucha, primero con la izquierda que también sostenía el papel con las pegatinas, luego con la derecha que condecoraba la generosidad y esperaba con ansia tener que ayudar para soportar el peso de las muchas monedas que con seguridad se conseguirían. En sus piernas estaba el resistir la caminata hasta dónde fuera necesario para topar con los viandantes a los que requerir; no era menos el trabajo de las piernas que el de las manos, no señor. El escalofrío que le recorría la espalda al recibir el recipiente vacío y la encomienda del cura que atendía el colegio se transformaba, ahora, en adrenalina que le hacía volar sobre las aceras para adelantarse a cualquier competidor y llegar el primero al caladero que se preveía lleno de donantes en espera de hucha con infante embrazado. Ese su primer año como pequeño colaborador de esa grande jornada mundial de las misiones tuvo la brillante ocurrencia de plantarse a la puerta del bar de su tía, dónde ora por reconocerle como el sobrino, ora por entender los clientes que se gastaban sus pesetas en cosas de las que podían prescindir mientras los negritos para los que pedía Paco no podían, ni debían, prescindir de comida, vestido, educación . . . etc., consiguió que la gente se hiciese la jarrita y logró casi llenar su hucha. Todavía recuerda al señor alto, ligeramente despeinado y con gabardina beige que fue el primero en darle un billete, en vez de las habituales monedas, y como no podía introducirlo en la ranura contempló por unos segundos la cara de Paquito, quién le pareció un ángel de gesto responsable y decidido a darlo todo por la causa, y le dijo: -Chaval entra en el bar y cámbialo por dos monedas de cincuenta-. Todo un reconocimiento para la labor que estaba realizando. Paquito no necesitaba el alambre que sellaba la tapa de la hucha; a los ojos de aquél generoso señor era digno de la confianza suficiente para poner en sus manos el dinero. Paquito recogió el billete, dio las gracias, le puso tantos adhesivos con el logo de las Obras Pontificias Misionales como le permitió el condecorado y entró en el bar de su tía para que José Antonio, el camarero, se lo cambiase por las dos monedas de cincuenta según el mandato que había recibido. Paquito, ya desde pequeño, era muy cumplidor.
Cuando volvió a la realidad, después de que su recuerdo regresase al limbo dónde dormitan los hechos pasados, miró a su pequeño y le dijo que no aceptase la hucha que le iban a dar el viernes en el colegio. No vivían en la ciudad y no creía que en la urbanización que había cerca de casa su pequeño fuese a conseguir algo de lo que estar orgulloso. Eran otros tiempos, España estaba en crisis, crisis económica, crisis de identidad, crisis de generosidad. Y él, Paquito, ahora era Paco un desempleado más, que antaño llegó a ser D. Francisco; un número más camino de los cinco millones que ocupaban un puesto en la cola del paro. Y no podía demostrar a su hijo la generosidad que le habría gustado supliendo la falta de los que suponía no iban a colaborar con la causa ¿qué causa es esta? ¿Es para Grenpeace? ¿Para la lucha contra el sida? ¿Por lo de Haití? . . . Paco bien sabía que la sociedad había cambiado y cambiado para mal.
Ni en casa podía descansar. Ni atendiendo a las pequeñas cosas cotidianas que hacen que un hombre sienta que es alguien distinto a la masa informe a la que habitualmente se pertenece: un número del DNI o de la Seguridad Social, un número de cuenta en un banco, un número de socio en el gimnasio, un número de teléfono . . . Y cuando los oídos escuchan la voz de un hijo el corazón se agranda, la mente se transforma, se relaja hasta el abandono la posición defensiva, nos disponemos a disfrutar atendiendo las ingenuas y deliciosas peticiones. ¡Pero ni eso! Un parado sale escaldado cuando el hijo le habla de dinero, aunque sea del dinero que los demás tendrían que depositar en la hucha. Porque Paco sabe que no recaudará mucho, porque Paco, sin la maldita crisis, sería capaz de dibujar una sonrisa en la cara de su pequeño supliendo con generosidad las monedas que los demás no quisieron echar. Pero Paco ahora no puede y no quiere que su hijo tenga que pasar un mal rato, por eso le dice que mañana no recoja la hucha del DOMUND. Por eso no descansa, por eso se agobia, está estresado y más suspicaz que cuando dedicaba diez horas diarias a defender los intereses de su cuenta ajena. Era un trabajador por cuenta ajena y la empresa siempre lo consideró así. Solo Paco creía ser un trabajador por cuenta propia, de los que hacen suya la empresa que no les pertenece y que acaba dándole una patada en el culo con un zapato “ERE” made in Spain.
Para no reventar, diez meses después de diez años en su puesto, a Paco solo le queda el fútbol de los sábados por la mañana. Allí sigue siendo él, un
media punta con maneras y record de asistencias de gol en su equipo; nada ha cambiado los sábados por la mañana, al contrario que el resto de días de la semana. Los sábados es un jugador en activo, laborioso, eficaz y de lunes a viernes es un hombre en pasivo, paciente, un parado más. El domingo está hecho para descansar, aunque a Paco no le dejan descansar.


viernes, 15 de octubre de 2010

¡A ver si empezamos!


¿Hay ganas?

. . . igual el próximo sábado . . .

viernes, 1 de octubre de 2010

Cumpleaños de Nacho Amostegui y de Javier Cristobo

El sábado están de aniversario los dos.
Quiere esto decir que tienen algo que celebrar un año más.
¿Juntos? . . . o separados, tanto da, son adultos y estamos en el siglo XXI.
¡Joder! Me parece que me estoy liando; claro, tanto tiempo sin un post que llevarse a la boca que las ideas fluyen con cierta confusión. Quede claro que no hay nada entre ellos ¿o sí? (que diría Rajoy) . . . vamos que no hay nada de lo que se tengan que avergonzar, son colegas de equipo, juegan en Burguer, van de camiseta naranja con mangas . . . pero ¿por qué celebran juntos el cumpleaños? . . . porque ¿juntos nacieron? . . . no sé, pero mi poca experiencia con gemelos me dice que no se parecen mucho: Javier es más alto y tiene barba; Nacho es de piel algo más oscura . . . uno juega por la derecha y otro por la izquierda . . .
Será mejor que aborde individualmente el panegírico antes de no encontrar la luz en este callejón sin salida.

Nacho Amostegui es un auténtico hp además de ser pp.
Mantener la atención en el mensaje que se quiere transmitir es lo primero que deberían enseñar a todos aquellos que pretendieren dedicarse a estas lides, que no son otras sino aquellas que nos distinguen de los semovientes, brutos y bestias, liberados o no, animales irracionales todos. Y, apreciado lector, si has llegado hasta aquí puede ser por el aprecio que tienes al homenajeado, la deferencia hacia quién escribiendo intenta alegrarte el rato o porque estás pensando que ser pp y un auténtico hp es algo poco honorable.
Pues ándale, escrutemos las entrañas de lo dicho, antes de que me retire el afecto y por ende el saludo mi bien mirado Nacho: Hp no son las siglas de una afamada marca informática; ni tan siquiera es la abreviatura del quijotesco hideputa que seguro más de uno se maravillaba no por lo acertado del mote sino por el atrevimiento y la poca prudencia de quién lo espetó; su significado, sin abreviar, pretende explicar el cómo llegó el Sr. Amostegui al campeonato de la mano de nuestro Alberto Vara, a la manera de hijo putativo (hp) suyo. Y lo de pp no es por lo que se le podía suponer sino porque, en cuanto al campeonato se refiere, es padre putativo (pp) de Alberto Rodríguez; fichaje de Nacho con el que estamos muy contentos. Entre los Albertos anda el Nacho.
Muchísimas felicidades y que cumplas muchos más.
Un personaje original como tú necesita una felicitación original como ésta ¿verdad?


Javier Cristobo es un muchacho excelente . . . y que cumplas muchos más♫♪♫♫♪
Ya es un veterano al que correspondemos su confianza porque pudiendo dar la “espantá”, cuando su equipo inicial lo hizo, se ha quedado con nosotros. Cosa que agradece el espectáculo, los amantes de la velocidad y un servidor que le tiene un afecto especial. Aunque echamos de menos sus comentarios aquí, en el blog, que dan mucho juego.
Muchísimas felicidades y que este curso puedas ser más regular en tu asistencia a los partidos, en beneficio tuyo y del equipo, para devolver a Burguer a la posición que se merece (que es detrás de
Insulae).








Amigos daos por felicitados porque con la crisis hemos tenido que subir el precio que se abona por cada comentario, y además está lo del iva, y mucho me temo que los compañeros se retraigan y las muestras de cariño y de educación sean menores que las que recibieron otros agraciados cuando era gratis escribir un comentario (véase el cumple de José Vicente a quién además debemos el campo).

Salud camaradas y a ver si en breve podemos anunciar el inicio de lo esperado.