Antíoco gobernaba una porción del imperio conquistado por Alejandro Magno. No contento con eso y convencido con el apodo que le habían brindado sus cortesanos “el segundo Alejandro” decidió hacer la guerra a su otrora colega Ptolomeo rey de Egipto.
Israel estaba bajo el dominio de los egipcios y las opiniones estaban divididas: unos a favor de Ptolomeo y otros a favor de Antíoco. Cuando éste entró en Jerusalén, dónde ejercían el poder los pro ptolemaicos, asesinó a todos los opositores que encontró y saqueó el gran Templo. Algún tiempo después decidió que debía homogeneizar su vasto imperio y obligó a sus súbditos a obedecer la misma ley y adorar a los mismos dioses (griegos, claro). Envió tropas a Jerusalén y estas levantaron una estatua de Zeus en el templo y sacrificaron cerdos en sus altares. Si un judío protestaba o se negaba a practicar el culto griego era torturado hasta morir.
Los delegados de Antíoco recorrieron todas las ciudades de Israel para imponer la religión del rey. Cuando llegaron a Modin, una aldea enclavada en la montaña, los funcionarios griegos convocaron a sus habitantes a la plaza del mercado. Reclamaron la presencia del sacerdote Matatías que acudió con sus cinco hijos y con cuchillos escondidos en sus ropas. Y Habló de esta manera: “ . . . yo y mis hijos y mis hermanos solo acataremos la ley de nuestros mayores . . . Si traicionamos la ley y la justicia de Dios, no obtendremos ningún beneficio. No prestaremos oídos a las palabras del rey Antíoco, y tampoco sacrificaremos ni transgrediremos los mandamientos de nuestra ley”.
Al terminar de hablar, Matatías vio que un ciudadano de Modin se acercaba al altar para ofrecer un sacrificio al ídolo pagano. En un arranque de cólera, el sacerdote sacó su cuchillo y rebanó el pescuezo del colaboracionista, eran otros tiempos; después dio matarile a los funcionarios griegos y con la ayuda “do seus fillos” derribó el falso altar. “¡Que me siga todo aquél que sienta devoción por la ley!” gritó a la muchedumbre.
Matatías y sus hijos huyeron a las montañas acompañados por los más cercanos: familiares y amigos. No todos los vecinos de Modin, por los que tanto había hecho, le acompañaron.
Esta historia nos muestra los diversos grados de compromiso que los miembros de un grupo están dispuestos a asumir. Ante una situación de peligro las reacciones son dispares, hay distintas sensibilidades, que diríamos hoy en día.
Matatías defendió lo que creyó justo, se tiró al monte y por su ejemplo sus descendientes lograron deshacerse de la arbitrariedad del dominador.
En días como el sábado pasado, algunos echamos en falta la presencia de tíos arrojados como Tino, Carretero, Luciano . . . y por supuesto el mister Caridad. Yo también busqué, y no encontré, a Adalberto que aunque intenta dirimir los conflictos con su bondad, es una garantía en caso de necesidad extrema. Menos mal que estaba Chuky que con su presencia mete más miedo que el muñeco diabólico. También vi, por allí, a Nacho y a Guzmi. Brais también le echó valor, tiene buena escuela, y seguro que se me escapa algún espartano más; aunque nadie me da más información. A todos gracias por hacer grupo y a algunos recordarle lo del post anterior “no se trata de salir corriendo” . . . y que al último le apedreen el coche.
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2 comentarios:
Esperaba ansiosamente el momento de leer los comentarios, agudos e inteligentes como es habitual, que los miembros de la CdV, y aledaños futbolísticos, harían sobre la demagógica alegoria que nuestro editor hace sobre los acontecimientos del pasado sabado (uff¡).
No me siento decepcionado de los comentarios. Ponen bien a las claras nuestro alto grado de preparación y, curiosamente, "contradicen" las impertinentes apreciaciones de nuestro nunca bién ponderado maestro golpeador (ver Madmax III).
Yo por mi parte solo puedo aportar, con la humildad de mi pensamiento, una frase que, no siendo original mía sino de un gran pensador de la era moderna, resume todos los elementos que unos y otros hemos expuesto: ¡manda huevos!.
Hasta el sabado y que os den.
¿Pero de que hablas Requeno?
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