En llegando a esta fase terminal del torneo bueno es comentar algunos sucesos que por lejanos no carecen de actualidad. Parece contradictoria la frasecita, pero no lo es. Los que gozáis de buena memoria recordaréis sin dificultad que más o menos por esta jornada, en el torneo anterior (de invierno), se publicó en el blog un post que advertía de lo poco decoroso y de lo muy conflictivo que resultaría la alineación de jugadores no inscritos y que pudiesen desnaturalizar los últimos enfrentamientos dando al traste con las legítimas aspiraciones de los contendientes. La advertencia, más que eso, era recuerdo. Recuerdo de las normas que nos damos para que el campeonato sea una competición ordenada y no la casa de Tócame Roque. Pues bien, mientras que con el recordatorio estábamos, hubo un equipo que alineó, frente a Coinasa, cuatro (¡y que cuatro!) nuevos jugadores sin la pertinente inscripción previa, y Fernando de Uña, con el Comité de Competición en pleno (solo es él), decidió dar por vencedor por tres a cero a Coinasa como si el partido no se hubiese celebrado. Las consecuencias también las conocéis: el equipo sancionado no se presentó al resto de partidos.
La norma infringida era, por entonces, muy fácil de cumplir. Los equipos deberían comunicar con antelación a los partidos las nuevas incorporaciones, cumpliendo así con el requisito previo de la inscripción. Se trataba de paliar los efectos de incorporaciones indiscriminadas que habíamos sufrido, a su vez, en el torneo que concluyó el 31 de julio de 2010. En el que algunos equipos abusaron de las facilidades que se dan para poder presentarse con siete jugadores cada sábado.
Hasta aquí nada nuevo que no hayamos visto o sufrido ya. La secuencia de acontecimientos para un equipo que nos abandona siempre es la misma:
1.- Que bien estamos aquí. Este campeonato es una maravilla ¡Viva el organizador y los pechos que le amamantaron!
2.- Abuso cometido e intervención de la autoridad competente.
3.- Decisión de ésta, siempre lo menos gravosa posible, y enfado del equipo afectado.
4.- ¡Pues nos vamos! porque quién organiza es tramposo y arrima el ascua a su sardina.
5.- Perplejidad del resto de equipos que, por supuesto, se quedan en el campeonato.
6.- Pasado un tiempo: Llanto y rechinar de dientes. ¡Qué pena de habernos ido! ¡Con lo bien que estábamos allí! ¡Todo ha sido un mal entendido! ¡Yo no sabía lo que pasó! . . . y lamentos varios.
7.- Los demás seguimos disfrutando.
Lo malo de todo esto es la decepción que se sufre cuando personas con las que has creado vínculos se revuelven de manera irracional y arremeten contra aquello que poco antes ensalzaban y admiraban.
La historia se repite, una vez más. Y una vez más las mismas, o parecidas, sandeces llegan a mis cansados oídos. Que si Insulae quiere ganar siempre . . . que si se arrima el ascua a la sardina.
Y lo cojonudo es que algún integrante actual de la plantilla de Insulae mientras militaba en otros equipos así lo ha pensado y así lo ha manifestado. Ha tenido que darse de bruces con la realidad sufriendo, como jugador vino tinto, el rigor de la norma que siempre se aplica, en primer lugar, a su equipo que como la mujer de Cesar “además de ser decente tiene que parecerlo”. Y ¡ojo! No puede ser de otro modo.
En el caso del último equipo que nos abandonó por no saber, o no querer, jugar con las mismas reglas que el resto, se le permitió desde la segunda jornada, haciendo la vista gorda, que jugasen con los que no habían inscrito. -¿Por qué no me dijiste nada?- Me preguntaba Fernando de Uña. –Una aplicación laxa de la norma nos lleva a la injusticia. –Sentenciaba.
Mi respuesta es la de siempre, aquí no estamos para joder, como la DGT, escondidos con el bloc de multas dispuesto; aquí estamos para ayudar a que los partidos se puedan jugar, estamos para recordar lo que hay que hacer, estamos para buscar soluciones, estamos para mantener vivo el campeonato. En palabras de Mazarino “disimulo, soslayo, suavizo, concilio cuanto me es posible, pero si la necesidad apremia demostraré lo que soy capaz de hacer”.
Tres equipos: Peter’s, Coinasa e Insulae, más el que se marchó, que lideraba el torneo, tenían opciones de ganar. Y los enfrentamientos directos disiparían quién sería el vencedor. En el partido que perdió Insulae contra ellos participaron dos jugadores no inscritos previamente . . . e Insulae no dijo ni mu y como resultado de la derrota y aplicando las matemáticas: imposible quedar campeón.
Cuando se marcharon, recordarán los Sres. Delegados que, discutimos sobre qué hacer con la clasificación. Quizá lo más justo habría sido anular el resultado de todos los partidos en los que participó el equipo desertor. Pero algunos preferimos, sin pestañear, que Insulae no disfrutase de los puntos que los demás ganarían por incomparecencia y que le habrían devuelto a la pomada. ¡Toma ascua y toma sardina!
En este torneo, y acabo, la puntualidad por la que estamos luchando, ha sido inmisericorde con Insulae y sus impuntuales jugadores. En la primera vuelta ha empezado dos partidos con cinco jugadores y uno con seis, cumpliendo con la exigencia de inicio una vez transcurridos los cinco minutos de cortesía, con resultado adverso en los tres casos. ¡Joder con el ascua y con la sardina!
Solo queda la esperanza de que quién es capaz de sembrar la duda sobre la honorabilidad del campeonato y de quién lo organiza y que es capaz de manifestar que no juega por cuestión de principios, sea capaz de reflexionar y volver con nosotros . . . siempre que asuma los principios de todos y no solo los que le convengan. Ya veremos la contraprestación que se pide para los integrantes de equipos que abandonan el campeonato, por un quítame estas pajas, ocasionando un quebranto organizativo y un esfuerzo suplementario para que los equipos afectados contra los que tenían que disputar los encuentros puedan jugar, en sábado, tal y como reza el calendario.
Igual tienen que escribir cien veces en la pared del vestuario: “no volveré a ser egoísta ni a dejar tirados a mis compañeros” (como en el cole . . . ¿o cómo en la guardería?).
martes, 26 de abril de 2011
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