El jueves a las diez de la noche con treinta y dos grados en Madrid . . . se aguantaba.
El viernes a las doce y media (a. m.) con veintiséis en Astorga . . . se disfrutaba.
El sábado a las diez y media (pasadas) con diecisiete grados en Bastiagueiro . . . ¡¡se jugaba!!
¡Viva el INEF y los pechos que le amamantaron!
Hasta con lluvia se juega bien . . . y se resbala mejor.
He aquí a los valientes que en pleno mes de agosto se atreven con las inclemencias del tiempo. Por cierto, ¿este año el verano en qué mes cae? (Diego, menos mal que no viniste con Hugo, te ahorraste otro bautizo).
lunes, 3 de agosto de 2009
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