Justo el día anterior a la entrada del peculiar verano coruñés, nos dimos cita para despedirnos, como Dios manda, de la hierba artificial del INEF. En la tarde del viernes contábamos con “más menos” catorce y . . . milagro, multiplicación de panes, peces y jugadores.
Al final veintiuno, y eso que faltaron algunos de los habituales; en fin hay que tener cuidado porque estamos a punto de traspasar la delgada línea roja y transformar el terreno de juego en una oficina del INEM en hora punta.
Profusión de modelitos con abundancia de camisolas de la selección española . . . y los más elegantes con las de la escuadra azurra.
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